POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.




 
NEIBA PROVINCIA BAHORUCO REPUBLICA DOMINICANA.
5 DE fEBRERO 2012.
POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.

Los  afectados de la Región, por la crecida del lago Enriquillo, son más de los que muchas veces decimos o imaginamos, y van más allá de los que viven en sus alrededores, más allá de los que han perdido sus propiedades bajo el manto inmenso de las aguas y la inacción, también los constituyen, la estela inmensa de afectados y anegados por las causas de la crecida, y de los efectos, en todos los órdenes y escalas sociales y económicas.

En nuestro clamor, realizado junto a prominentes ciudadanos, entre los que se encuentran Julio Fernández y David Vólquez, hemos querido llevar al conocimiento de la sociedad, la gravedad de la calamidad que se desarrollaba y la proyección implacable que le veíamos, tanto así, que 5 meses antes de sepultarse la carretera Boca de Cachón-Jimaní, y lamentablemente, se dio.


Entre las pérdidas por la crecida del lago Enriquillo, hemos cuantificado con evaluaciones en toda la zona y con toda la población afectada posible, para tener una idea aceptable de las pérdidas, las cuales no serían posibles, sin las opiniones de los testigos de excepción, que son los dueños. También nos dedicamos  a estudiar, consultar y medir con la mayor rigurosidad que exige nuestra personalidad, la cual al parecer nos niega el brillante columnista, Bienvenido Heredia.

La corrida de las aguas hacia el Enriquillo, dio sus primeros gigantes pasos, a partir del  23 de septiembre del 1998, al encontrar el poderoso Ciclón George, una población desprotegida y autoridades inexpertas, que en vez de menguar los efectos los agigantaron, empezando un verdadero proceso de eliminación de toda una región productora, que cuando la referimos con el término de 200 mil habitantes, es una forma de ponerle un número, que en nuestro interior, le atribuimos más, debido a que junto a los habitantes de la zona indicada, estimamos la población atribuida a las dos provincias, sin precisión, ya que ningún censo desde los años 80 ha rendido informe exacto, y la corrida natural de ciudadanos del lugar, ni la presencia extranjera, tampoco es cuantificada, además de que a esta población, en términos de daños, crece con toda esa población que también incluye toda esa franja poblacional afectada en sus sembradíos, desde Tamayo, Vicente Noble y demás, que junta con lo arrasado en todo el derredor del lago Enriquillo, rondan las quinientas mil tareas.

Entre la secuela de daños están las enfermedades como la Sigatoka, producto de que el amplio espejo de aguas generado por la crecida, lo ha favorecido, sumándole platanares que aunque no están sumergidos, son partes importantísimas del rosario de bajas, que influyen en toda la familia de la zona.

Si alguien duda de lo dicho, que haga un descenso, si alguien estima que estas consideraciones pueden ser alarmistas y poco objetivas, le respetamos, pero nosotros, que somos testigos de excepción, que tenemos propiedades en el mismo trayecto de las aguas de San Juan hacia el Enriquillo, y que perdimos más de 120 unidades de ganado en un abrir y cerrar de ojos, al paso del George, y que recorremos el toda la zona en cuestión, dos y tres veces al mes, y a veces más, contactamos la gente y sus alaridos, me siento alarmado.

 
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