Por Jose Antonio Matos Peña.- En vez de estar propugnando ciertos sectores de la sociedad y del estado por un puro y simple desarme de la población, debieran estar generando ideas practicables para yugular ò controlar al máximo los actos delincuenciales y criminales que acogotan enormemente la familia dominicana.
La policía nacional, con una ineficaz depuración y remuneración tiene poco que exhibir para sobrepasar la operatividad de la delincuencia, habidas cuentas de que por demás, luce haber permeado estratos importantes de la misma, no es un secreto que en un alto porcentaje de bandas y actos delincuenciales aparece uno o varios uniformados, de diferentes rangos e instituciones.
En primer lugar lo de las armas es una ingenuidad, porque el grueso de armas legales no son el artefacto más usado en el delito, las redadas y controles de las mismas solo afectan a ciudadano de buena fe y de necesidad de auto protegerse ante un estado que no le garantiza el mínimo de seguridad, en cambio, quienes viven de el delito se protegen, y en ocasiones son protegidos para su uso puntual y malvado.
En segundo lugar, la presencia de agentes de otras dependencias militares en los patrullajes y chequeos, que deben ser más y sobre todo con criterios de inteligencia y estrategia, serviría para hacer más efectivo el control preventivo del crimen.
Y en tercer lugar, urge la presencia de un tercer actor, absolutamente civil, al estilo los comisariados o delegaciones de justicia, que haga la función de enlace entre el ministerio público y la policía nacional, garantizando que el combate al crimen no se convierta o siga siendo crimen peor.
