La Elección de Pasado Mañana



Por Silvio Herasme Peña

La elección presidencial de pasado mañana, en los Estados Unidos de Norteamérica,  reviste una importancia especial para el mundo que se trata de crear, o mejorar.


Ese país tiene que decidir entre un conservador ortodoxo o por un liberal que estimula y prestigia nuevos tiempos para la humanidad.

En Latinoamérica siempre seguimos con especial interés el desempeño electoral de los Estados Unidos. Así fue en las elecciones de 1952, cuando Dwight  David Eisenhower, excomandante de las tropas aliadas en la II Guerra Mundial, se impuso al liberal Adlai Stevenson.

No parecen tan inciertas como las que John F. Kennedy le ganó a Richard Nixon en 1960, ni tan fáciles como en las que Lyndon B. Johnson masacró a Barry Goldwalter, en el 1964. No serán tan inesperadas como la de Jimmy Carter que le ganó a Gerald Ford ni la que Jimmy Carter perdió  de manos de Ronald Reagan en el 1980.

La gran diferencia ahora es que el presidente Barak Obama, quien inspiró un profundo deseo de cambio hace cuatro años, se imponga al conservador y mormón Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts.

Ambas postulaciones reflejan los cambios sociales, morales y políticos que se han operado en los Estados Unidos en los más de 200 años que tiene de Independencia, porque un negro o un mormón no habrían sido nunca sujeto de candidatura presidencial hace cincuenta años.

En el lado de la minoría negra norteamericana existen tres figuras mayestáticas para que la sociedad haya asimilado el cambio tan radical con respecto a la minoría afroamericana.

Se distinguen entre todos Martin Luther King, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. Un sudista, un blanco católico de Boston y un negro puro sudista.

Esas voluntades, amén de excesos como el de Malcom X, fueron pensamientos que a la larga lograron la ley de integración en los Estados Unidos. Es bueno observar que hasta el 1956 los nativos indígenas norteamericanos no tenían derechos de ciudadanos. ¡Imagínese usted!.

Obama es un raro espécimen producto de la especial circunstancia (polinización) de una antropóloga blanca norteamericana Stanley Ann Dunham y el economista keniano Barack Hussein Obama. Ella blanca y el negro.

Es obvio que la discriminación racial ha cedido extraordinariamente en los Estado Unidos, así como la intemperancia religiosa. Solo así se explica que dos figuras procedentes del apartheid político de esa sociedad, se disputen hoy el predominio político del país.

Es lógico que los latinoamericanos tengamos una clara predilección por Obama porque la lucha racial desapareció en Latinoamérica hace ya muchas décadas, pero la intolerancia religiosa aun conserva el rechazo a los jóvenes mormones que deambulaban por las calles vendiendo literatura de su secta. Claramente los latinoamericanos, y en particular los dominicanos, no ocultamos nuestra preferencia por Barack Obama quien se enorgullece de que lo hayan confundido algunza vez con un dominicano.

En las elecciones norteamericanas de el martes próximo los latinoamericanos representados por el llamado “voto hispano” en los Estados Unidos, se volcará en proporción de más del 70% a favor del candidato demócrata. Es como contribuimos a los cambios sociales que se producen en los Estados Unidos y que culminarán en algún momento con un presidente de origen hispano.

Algunos prestigiosos historiadores norteamericanos han expresado su temor de que Estados Unidos se convierta en hispano, pero es la fuerza del crecimiento demográfico que está operando ese cambio que para ellos es radical. Peor sería que renazca el racismo y la intolerancia social en ese país, haciéndose eco del temor de Hitler de que si Estados Unidos unificara su sangre con Latinoamérica (como ha ocurrido), terminarán por perder su influencia en América.

Quizás pierda la influencia al estilo Hitler, pero ganará el futuro y esa sociedad intensifique su esfuerzo para ser un bastión de paz y comprensión en el angustiante mundo del mañana amenazado por el cambio climático y presiones en todas partes por el acceso al agua.

Barack Obama apenas está enderezando los pasos para una nueva era de la humanidad, postulamos porque el pueblo votante norteamericano ratifique su mandato que evitaría guerras atroces en el Medio Oriente y otros lugares del mundo.

La elección de pasado mañana es cardinal, puede ser un primer paso para el nuevo mundo que se abre paso, o el retorno de la intransigencia ideológica y moral de una sociedad que muchas veces carece de un juicio claro sobre la situación del mundo exterior.

Mientras tanto, esperemos esa decisión soberana del pueblo de los Estados Unidos. De lo ricos, de los intransigentes, de los liberales y de aquellos que creen firmemente que la tierra es única, esta amenazada y es de todos.
 
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