¿ANTES O DESPUÉS? .- La Policía Nacional
informó que Juan Féliz Cordero Febles, mejor conocido como Copelín,
tenía en su haber cincuenta asesinatos, y la pregunta obligada es si ese
cálculo fue hecho en vida o después de muerto. La respuesta siempre
resultará grave, pero igual interesante si se considera que el sujeto
era una verdadera fiera humana y que para matarlo hubo que sorprenderlo
mientras dormía, o que el crimen ocurrió en una casa cuya propiedad se
atribuyó en principio a un oficial de la institución del orden. Tanta
fama, casi una leyenda, y andaba suelto y haciendo de las suyas como la
cosa más natural del mundo. De horrores está curado el dominicano, y ya
ningún crimen asombra, pero debe preocupar que la
s complicidades se oculten tras estamentos de poder. Una comisión, como manda el manual, se ocupará de investigar de manera profunda tres de las últimas muertes, incluida la del propio Copelín, pero podría ahorrarse el trabajo...
EL SICARIATO.- Lo que inquieta es cómo se sabía que había un sicario en la zona Este del país con un prontuario tan asombroso de cincuenta muertos, y ni siquiera se conociera de una persecución o una declaratoria de Enemigo Público, y que sea después que sus propios socios disponen de su vida, se lleve a cabo una investigación. Que lo habían sometido en varias ocasiones, que tenía bajo amenaza a un fiscal y su familia, que era el hombre clave para cobrar deudas entre narcotraficantes y un etcétera tan diverso y horroroso que sería mejor no entrar en detalles. Una de dos cosas: o las complicidades hacen olas o la delincuencia va muchos palmos por delante de las autoridades. Piensa uno, y solo por pensarlo, si no habrá un Copelín en la zona Norte, o en la Sur, pues los ajustes de cuentas son procedimientos normales de la justicia criminal dominicana. La cual no juega, ni perdona y tampoco le importan las consecuencias. No hay dudas de que el sicariato llegó para quedarse...
EL PERSONAJE.- Tampoco hay dudas de que la sociedad dominicana va dañándose a una velocidad excesiva y que ya no necesita de referentes criminales extraños, puesto que tiene los propios, y a mucha honra. Por ejemplo, la película norteamericana más intrigante del año es Iceman u Hombre de Hielo, en la que Michael Shannon hace el papel estelar interpretando a Richard Kuklinski, un asesino por contrato que verdaderamente existió y que todavía nadie supera como instrumento de muerte. En el filme se habla de que mató como a cien, pero en entrevistas que concediera a los medios habló de doscientos. Y lo más sorprendente. Llevó una doble vida, y su familia y sus amigos nunca supieron que se ganaba la vida como “killer”, puesto que fue modelo como padre y ejemplar como esposo. Fue al ser encarcelado y luego procesado que se develó el misterio y conocida esa escondida identidad que lo convertía en émulo del personaje de Stevenson en la novela El Extraño Caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde...
COMPARACION.- El norteamericano Richard Kuklinski ñIcemanñ con sus doscientas muertes superó al dominicano Juan Féliz Cordero Febles ñCopelínñ con sus cincuenta asesinatos, pero el colombiano Jhon Jairo Velázquez Vásquez ñPopeyeñ le ganó la partida a ambos, pues se atribuye trescientos muertos, él solo, y dice haber coordinado tres mil que ejecutaron otros, cuando era hombre de intimidad y confianza del legendario Pablo Escobar Gaviria. Kuklinski llegó a definir como vocacional su trabajo de matar por encargo y Popeye habla de su hazaña como si fuera repartir caramelos entre niños convidados a un cumpleaños. De Copelín no se sabrá nunca como se veía en su condición de oficiante de la muerte, pero la verdad que la naturaleza de estos individuos siempre es la misma. Los dominicanos, vía Copelín, entran a los anales de los grandes criminales, aunque todavía se quedan cortos ante portentos como Kuklinski y Popeye. Hay razones para preocuparse, pero lo peor es que las complicidades ni se disimulan...
s complicidades se oculten tras estamentos de poder. Una comisión, como manda el manual, se ocupará de investigar de manera profunda tres de las últimas muertes, incluida la del propio Copelín, pero podría ahorrarse el trabajo...
EL SICARIATO.- Lo que inquieta es cómo se sabía que había un sicario en la zona Este del país con un prontuario tan asombroso de cincuenta muertos, y ni siquiera se conociera de una persecución o una declaratoria de Enemigo Público, y que sea después que sus propios socios disponen de su vida, se lleve a cabo una investigación. Que lo habían sometido en varias ocasiones, que tenía bajo amenaza a un fiscal y su familia, que era el hombre clave para cobrar deudas entre narcotraficantes y un etcétera tan diverso y horroroso que sería mejor no entrar en detalles. Una de dos cosas: o las complicidades hacen olas o la delincuencia va muchos palmos por delante de las autoridades. Piensa uno, y solo por pensarlo, si no habrá un Copelín en la zona Norte, o en la Sur, pues los ajustes de cuentas son procedimientos normales de la justicia criminal dominicana. La cual no juega, ni perdona y tampoco le importan las consecuencias. No hay dudas de que el sicariato llegó para quedarse...
EL PERSONAJE.- Tampoco hay dudas de que la sociedad dominicana va dañándose a una velocidad excesiva y que ya no necesita de referentes criminales extraños, puesto que tiene los propios, y a mucha honra. Por ejemplo, la película norteamericana más intrigante del año es Iceman u Hombre de Hielo, en la que Michael Shannon hace el papel estelar interpretando a Richard Kuklinski, un asesino por contrato que verdaderamente existió y que todavía nadie supera como instrumento de muerte. En el filme se habla de que mató como a cien, pero en entrevistas que concediera a los medios habló de doscientos. Y lo más sorprendente. Llevó una doble vida, y su familia y sus amigos nunca supieron que se ganaba la vida como “killer”, puesto que fue modelo como padre y ejemplar como esposo. Fue al ser encarcelado y luego procesado que se develó el misterio y conocida esa escondida identidad que lo convertía en émulo del personaje de Stevenson en la novela El Extraño Caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde...
COMPARACION.- El norteamericano Richard Kuklinski ñIcemanñ con sus doscientas muertes superó al dominicano Juan Féliz Cordero Febles ñCopelínñ con sus cincuenta asesinatos, pero el colombiano Jhon Jairo Velázquez Vásquez ñPopeyeñ le ganó la partida a ambos, pues se atribuye trescientos muertos, él solo, y dice haber coordinado tres mil que ejecutaron otros, cuando era hombre de intimidad y confianza del legendario Pablo Escobar Gaviria. Kuklinski llegó a definir como vocacional su trabajo de matar por encargo y Popeye habla de su hazaña como si fuera repartir caramelos entre niños convidados a un cumpleaños. De Copelín no se sabrá nunca como se veía en su condición de oficiante de la muerte, pero la verdad que la naturaleza de estos individuos siempre es la misma. Los dominicanos, vía Copelín, entran a los anales de los grandes criminales, aunque todavía se quedan cortos ante portentos como Kuklinski y Popeye. Hay razones para preocuparse, pero lo peor es que las complicidades ni se disimulan...