Boca de Cachón, con casas nuevas y pocas fuentes de trabajo


BOCA DE CACHÓN. Antes de que las aguas del Lago Enriquillo llegaran a los predios del viejo pueblo Boca de Cachón, las familias subsistían de la agricultura y la ganadería. Algunos hombres también buscaban ingresos en la producción ilegal de carbón próximo a la frontera con Haití. Ahora que el gobierno trasladó esta comunidad a seis kilómetros, en un nuevo proyecto residencial, los beneficiarios se quejan de que no tienen fuentes de trabajo.

César Cuevas, un joven de 27 años y desempleado, recuerda que desde los 15 se dedicaba a la producción de carbón. "Todavía hay gente que se tira para allá (a los bosques) y lo hacen (el carbón)", dice. Al preguntarle si no le importa la deforestación que esto acarrea, cuestiona: "¿Y cómo uno va a sobrevivir?".

Porfirio Méndez, de 70 años, lamenta que sus parcelas fueran ocupadas por las aguas del lago. "Yo vivo de la agricultura", dice mientras muestra sus manos callosas y con las uñas ennegrecidas por la tierra. "De eso era que yo vivía, de eso era que yo mantenía mis hijos, de vender carbón y de mi propiedad", afirma.

Explica que vendía carbón a los camioneros y "saquitos" en la comunidad a aquellos que no podían comprar gas. "Hacíamos hornitos de a 10 saquitos, recogíamos palitos secos, no cortando ni haciéndole daño a los árboles. Fue hace pocos años hacia acá que los haitianos, los dueños de camiones, vinieron a tumbar palos", dice.

 Viejo Boca de Cachón.

En el viejo Boca de Cachón aún viven personas que aseguran que 30 familias fueron sacadas del censo de 2012 que recogió los beneficiarios de las 560 viviendas inauguradas en abril. La mayoría de las antiguas casas han sido demolidas para evitar que las vuelvan a habitar, y los servicios básicos han sido limitados.

Esta situación ha dejado desprotegidos a los moradores que quedan en el viejo barrio, siendo una víctima reciente una joven embarazada. Sus familiares llamaban insistente al equipo de DL que se encontraba próximo a su vivienda para mostrarle cómo la noche anterior un grupo de ladrones revolvió los pocos enseres de la casa y golpeó a la futura madre y una señora que la acompañaba.

Entre bloques de cemento destruidos en cada cuadra del viejo Boca de Cachón y poco movimiento de gente, Nati de Pérez vende comestibles y otros insumos debajo de unos árboles como medio de subsistencia. "No tenemos nada de trabajo, está todo destruido, ni nada que podamos comer", lamenta.

El día que destruyeron las casas de sus vecinos, lo recuerda con pesar. "Muchos no querían dejar su casa porque la tristeza embargó a muchas personas, pero lo soportamos. Después que se fueron, la mayoría no ha vuelto por aquí", asegura
 
NeybaCity © Neyba City | Volver arriba