Los seres humanos estamos hechos de momentos y de recuerdos... mientras más atesoremos, más habremos aprendido, crecido y vivido.
Los recuerdos suelen tener un poder indescriptible para permitirnos revivir los momentos que han repercutido con mayor fuerza en nuestra vida. Al recordar, podemos volver a ver, degustar, sentir, mirar y oler; incluso nuestro corazón suele latir con la misma intensidad y compás en que lo hizo entonces... eso es parte de la magia que tenemos y nos envuelve, aunque casi nunca la apreciemos en su totalidad.
Siempre valdrá la pena recordar buenos momentos, al igual que siempre valdrá la pena trasladarnos, a pesar del espacio y del tiempo, y volver a vivirlos.
Los recuerdos suelen tener un poder indescriptible para permitirnos revivir los momentos que han repercutido con mayor fuerza en nuestra vida. Al recordar, podemos volver a ver, degustar, sentir, mirar y oler; incluso nuestro corazón suele latir con la misma intensidad y compás en que lo hizo entonces... eso es parte de la magia que tenemos y nos envuelve, aunque casi nunca la apreciemos en su totalidad.
Siempre valdrá la pena recordar buenos momentos, al igual que siempre valdrá la pena trasladarnos, a pesar del espacio y del tiempo, y volver a vivirlos.