Separemos la paja del grano.

Silvio Herasme Peña

Uno de los principios más celosamente observados en un país democrático es el de la libertad de expresión y difusión del pensamiento a través de la prensa escrita, radial o televisada. Ahora hay que agregarle el concepto de “todo tipo de expresión” incluyendo la digital.


Cuando el país salió del Trujillato en el 1961 se produjo un torbellino de manifestaciones que la tutela tiránica impedía en casi 31 años. Diarios, revistas y programas de radio y televisión se crearon ampliamente.

El país estaba feliz de informarse sin cortapisas sobre todo lo que ocurría aquí y en el resto del mundo; comenzamos a considerarnos integrados al mundo civilizado en donde se respetaba la libertad de prensa y la expresión del pensamiento.

Pero nuevas libertades implica adentrarse en el estudio de eso que hemos llamado siempre periodismo; cómo se ejercía y cuáles eran sus reglas.

Los que decidimos aprender el periodismo conforme a las corrientes de la época, asistimos a la escuela de Periodismo que abrió en el 1962 la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la para entonces recuperada UASD y convertida en exponente de todo lo que significara “nuevas corrientes” del pensamiento.

Quedó claro desde el principio la importancia del ejercicio del periodismo sin cortapisas, como solía decir el doctor Germán Emilio Ornes, hombre de la aún existente SIP.

Acceso libre para los medios de comunicación era un principio que se enarbolada con insistencia y en un país que apenas salía de una tiranía de 31 años, parecía saludable conocer “todo lo que se movía”.

En el 1963 se inauguró la segunda etapa del Listín y ese renacimiento le dio un definitivo impulso al concepto de vivir con una prensa libre.

Sin embargo, el viejo adagio: “Ni tan lejos del altar para que la luz ilumine al santo, ni tan cerca para que no queme el altar”. Esa es una recomendación de prudencia.

Toda libertad debe ejercerse con suma responsabilidad, aprendimos desde los primero dias del ejercicio profesional. Usted puede decirlo todo, pero debes saber decirlo.

Se creó en el 1962 para reglamentar el ejercicio de la comunicación, pero especialmente el periodismo en todas sus manifestaciones. El que calumnia se hace pasible de ser sometido a la jussticia.

Sin embargo, han sido escasos desde entonces no sólo los sometimientos oficiales por violación de la ley 6132, sino también del sector privado. De aquellos que se sientan afectados, en su dignidad y sus derechos por una publicación.

Recientemente fue cerrado un canal de televisión en Santiago por el estilo de comunicación que ejercían uno que otro programa. No ha sido posible reabrir ese medio pese a lo que dice la Ley.

Antier la Fiscalía allanó y sacó de frecuencia a un medio digital acusándolo de violar la libertad de expresión por la publicación de textos reñidos con la ley, según alegó.

Qué ha hecho ese diario digital denominado “Siglo 21”? Pues ha publicado noticias sobre los viajes del jefe del Estado y otras confidencias. También se acusa a sus ejecutivos de “pinchar” teléfonos privados, especialmente los de la familia presidencial.

El “pinchar” teléfono es una actividad ilegal que se practica desde hace mucho en el país y todo el que lo quiera saber puede identificar a quienes ejercen una actividad ilegal, porque nadie puede escuchar las conversaciones privadas. Pero nadie ha sido nunca sometido por esas actividades. Incluso se acusa al mismo gobierno de valerse de ese recurso, aunque siempre lo ha negado.

La intensidad que está tomando la actual campaña electoral estimula ñcomo en el pasado- recurrir a ese tipo de delitos en cierto modo tolerados.

Desde principio, sin embargo, el periodismo se fue definiendo y la lucha política nacional estimuló ese tipo de disgresión, aunque se mantuvo la solidaridad y el respeto de unos y otros.

Ciertos periodistas no hacían causa común con otros colegas que consideran opuestos a sus aspiraciones de sociedad: Hacia la derecha unos, y hacia la izquierda democrática otros.

El golpe de Estado al profesor Juan Bosch en el 1963 decantó al periodismo, pero al parecer han pasado esas distancias y ahora hemos visto periodistas de un lado que han comenzado a trabajar con el opuesto, o el que se considera ideológicamente diferente.

El caso del allanamiento de Siglo 21 ha demostrado lo que digo arriba, pero ello implica que los de derechas han captado personas del área venerable del periodismo local. El argumento de que “es mi trabajo” o “es quien me paga” no parece un pretexto propio para estos casos.

Algunos periodistas ñaún en el mas explícito sentido de la libertad de expresión- que dicho sea de paso respetamos tanto como exigimos que se nos respete, no parece venirles bien ese tipo de pretextos.

El que quiera entender que entienda, y el que no tendrá que sufrir sus consecuencias. Estamos de acuerdo con el ejercicio amplio del periodismo, pero consideramos execrable el amarillismo.
 
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