No se sale del asombro cuando se leen las noticias del sector La
Mulata III de Sosúa, Puerto Plata, donde operaba un brazo armado de una
extraña organización internacional que según versiones esperaba la “hora
final”. Tenían toda clase de armas de guerra, municiones, chalecos
antibalas. Lo que sorprende es cómo esa gente, una comunidad alemana,
vivía ahí en un territorio “apache”, donde no podía entrar nadie,
resistían la presencia de las autoridades e imponían sus reglas de
juego. ¿Cómo llegaron todas esas armas ahí y que las autoridades
nacionales no estuvieran al tanto de nada cuando ya se habían detectado
momentos dramáticamente conflictivos con vecinos e incluso con
autoridades del municipio? Son esas las cosas que llevan a muchos a
pensar que en este país el sentido de la ley sólo existe para los
pobres.
