Como el Avestruz

Por Jose Antonio Matos Peña.- La leyenda del avestruz, que  introduce la cabeza en la arena cuando ve llegar la tormenta, se interpreta como un acto de miedo, aunque los científicos aseguran que lo hacen para preservar la vista de los efectos de la arena, ambas tesis pudieran ser correctas por separado ó las dos en su conjunto, solo Dios y el avestruz lo saben.

Fue lo que asaltó mi memoria cuando leímos las declaraciones del doctor Franklin Almeida Rancier decir que el problema de acusación de corrupción contra el senador Félix Bautista y el ingeniero Víctor Días Rua son temas de la justicia no del comité político del partido de la liberación dominicana.  Recordamos de Almeida Rancier su fuerte discurso contra los estudiantes que no presenten índices académicos suficientes (la baja estudiantil pura y simple), esto era a raíz de las elecciones, alrededor del 1975 para obtener la elección como director del colegio universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Tan errada su oratoria como también su plataforma ideológica, que lo llevaron posteriormente a dirigir diferentes funciones en la UASD, entre ellas la rectoría, con pocos logros que exhibir, a mi humilde entender, pasó con mucha pena y poca gloria.

Vimos al eminente profesional del derecho en una ocasión separar por categoría al pueblo dominicano, al establecer dos tipos de ellos, los corruptos y los peledeistas, y… ahora, después del ejercicio de más de doce años de gestión de gobierno, este miembro del comité político se destapa desligando las políticas partidarias de las que debe trazar la organización responsable de casi la totalidad del aparato estatal.

Olvidó fácilmente el doctor Rancier, que el profesor  Juan Bosch, líder y guía espiritual   del partido del la liberación dominicana pensó tanto en la responsabilidad partidaria en la ejecución del gobierno, que al arribar al poder en el primer experimento democrático a la caída de la dictadura de Trujillo, ordenó, infructuosamente, por cierto, el cierre de todos los locales a nivel nacional del PRD y su conversión en centro de alfabetización y educación, ¡qué diferente!...

El doctor Franklin Almeida no las ha tenido todas consigo en el ejercicio personal de la cosa pública, en cuanto a la gloria se refiere, ya que desde su ministerio de lo interior y policía, regenteado por él, dejó ante la opinión pública nacional la nebulosa de compras de motocicletas, carros y pitillos (alcoholímetros) innecesarios e infructuosos, junto a la información de haberse consumido en su gestión de fuertes sumas de dinero en alcoholados.
 
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