Por Ramón Colombo
¿Qué le reclaman a Omega? ¿Que es modelo de vulgaridad? ¿Que rinde tributo a la violencia? ¿Que exalta el sexismo brutal? ¿Que no tiene educación elemental? ¿Que no respeta las normas convencionales? ¿Que sus inconductas afectan la “excelente” imagen del país? Hay que preguntar: ¿Qué le pueden reclamar a ese maldito tíguere, que no tengan que reclamárselo a sí mismos quienes gozan su “música” en las pistas de baile más exclusivas y lo han consagrado como paradigma consecuente con su propia degeneración moral
¿Qué le reclaman a Omega? ¿Que es modelo de vulgaridad? ¿Que rinde tributo a la violencia? ¿Que exalta el sexismo brutal? ¿Que no tiene educación elemental? ¿Que no respeta las normas convencionales? ¿Que sus inconductas afectan la “excelente” imagen del país? Hay que preguntar: ¿Qué le pueden reclamar a ese maldito tíguere, que no tengan que reclamárselo a sí mismos quienes gozan su “música” en las pistas de baile más exclusivas y lo han consagrado como paradigma consecuente con su propia degeneración moral